Cesaron las fumigaciones de esta temporada en el Sur de Bolívar, el rastro de muerte ambiental y sanitaria comienza cuatro o cinco días después que pasa la avioneta. Esto es lo que viven en carne propia los campesinos de Cerro Azul, Patio Bonito, Lejanías, La Granja y Miralindo, veredas del municipio de Cantagallo. También en Muribá, San Juan Alto, San Juan Medio, Alto Berlín, Caño Frío, Villa Nueva, Montecarmelo, La Florida, Cañabraval Alto, La Golondrina, La Unión, Paraíso, corregimientos y veredas del municipio de San Pablo y la quebrada "La Limón".
A pesar de la insistencia por medio de comunicados, estudios, comisiones de verificación, demandas, entre otras acciones realizadas por campesinos y organizaciones ante el gobierno nacional por la vulneración de derechos que comete con tal accionar, las fumigaciones se siguen sucediendo de manera periódica e ininterrumpida.
Para reflexionar sobre esta barbarie nos remitimos a un artículo enviado por Adolfo Maldonado a Claudio Mueckay, médico tropicalista designado por la defensoría del pueblo de Ecuador, como perito dentro de la investigación para determinar los impactos de las fumigaciones con glifosato realizadas en el marco del Plan Colombia, específicamente en la región del Putumayo, en el año 2004.
En uno de sus apartes menciona cómo "...En el Reino Unido, la Welsh Water Company ha detectado niveles de glifosato en aguas desde 1993, por encima de los límites permisibles fijados por la Unión Europea. De igual manera, en Dinamarca el Ministro del Ambiente prohibió, en septiembre del 2003, el uso de glifosato en la agricultura durante la época de lluvias tras el descubrimiento del Instituto de Investigaciones Geológicas de Dinamarca y Groenlandia (DGGRI) de que el glifosato estaba en las aguas subterráneas a una concentración de 5 veces el permitido en agua potable. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos ha encontrado que, exposiciones a residuos de glifosato en aguas de consumo humano por encima del límite máximo autorizado de 0.7 mg/L, pueden causar respiración acelerada y congestión pulmonar, daño renal y efectos reproductivos en seres humanos (Dinham, 1999). El glifosato sólo, por ser herbicida de amplio espectro, tiene efectos tóxicos sobre la mayoría de especies de plantas, y puede ser un riesgo para especies en peligro de extinción si se aplica en áreas donde ellas viven. De acuerdo con información de la EPA, más de 74 especies amenazadas en Estados Unidos pueden estar en riesgo por el uso del glifosato. La misma fuente añade que dosis subletales de glifosato pueden incrementar la susceptibilidad de algunas plantas (p.e. manzana, cebada, soya, tomate) a enfermedades causadas por hongos. Que el glifosato puede inhibir hongos que ayudan a las plantas a absorber nutrientes y agua. Y de acuerdo con estudios reportados por Williams et. al. (2000), el Roundup puede producir aberraciones cromosómicas en células de la punta de raíz de cebolla, sugiriéndose que este efecto sobre los cromosomas de las células de las plantas podría deberse al surfactante...".
Frente a todo esto cabe preguntar a los promotores del Plan Colombia ¿cuál es la razón que tienen para acabar con las fuentes hídricas, la biodiversidad, los vegetales y los seres humanos que habitan los territorios que ellos fumigan? ¿Acaso los intereses económicos de algunas multinacionales están por encima de los derechos humanos y ambientales de los habitantes del Sur de Bolívar?
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